interés
Sarita creció en el campo en una familia numerosa.Sus padres se dedicaban a cosechar diversos alimentos y a ella le encantaba ser parte de todas las actividades familiares. Sus días empezaban acompañando a su papá a ordeñar a Lucrecia, la vaca que los había alimentado por años. Ella y su papá llevaban la leche para que su mamá preparara un delicioso desayuno para empezar el día con la mejor energía
Las mañanas también empezaban con clases de lectura y matemáticas, Ana, la mamá de Sarita, se encargaba de enseñarle a sus dos hijas y tres hijos las primeras asignaturas, antes de empezar a asistir a la escuela.
Luego de las onces, el abuelo y la abuela llevaban a Sarita y su hermano Juan al mercado del pueblo para vender la cosecha. Sarita siempre se involucró en el negocio familiar porque le encantaba vender y conocer gente nueva. A ella le encantaba conversar mientras empacaba las frutas para las personas que se acercaban a comprar.
Su primer día en el colegio fue un sueño hecho realidad, ahí deslumbró a profesores y profesoras porque ya sabía leer y escribir. Toda la familia se sentía orgullosa de las habilidades de esta pequeña. Luego del cole salía al río con sus amigas a jugar bajo el sol. Siempre se divertían corriendo camino a casa.
Años más tarde, con la llegada de las nuevas tecnologías, Sarita estaba lista para tomar las riendas del negocio familiar y dirigir la que se convirtió en la microempresa de los Perez. Del campo con amor fue el negocio que fundó Sarita con su familia, allí realizó las prácticas de su universidad y progresaron tanto que ahora ya tienen más sedes.
Los sueños de esta pequeña y el apoyo de su familia la llevaron a prepararse, conocer del negocio y finalmente cuando estuvo lista, inició a trabajar. Así como Sarita, hagamos que niños, niñas y jóvenes ocupen su lugar ¡unámonos contra el trabajo infantil!
Cuando los niños y niñas trabajan nunca hay ganancia ¡hagamos que ocupen su lugar!
Una campaña del Banco W.